Publicado el 18/04/2004 a las 22:00
Más allá de formalidades, lo que resulta penoso es que se nos ponga contra la pared en materia
de telecomunicaciones, y que no exista una estrategia política y de comunicación para enfrentar
el embate de nuestro vecino del norte.
El mítico pánel de solución de controversias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a
petición de Estados Unidos por los supuestos incumplimientos en que México habría incurrido no
fue otra cosa sino una de las muchas presiones a las que se le somete a un país cuando inicia
procesos de apertura a la competencia.
Las razones que animaron la presentación de esa controversia, en algunas razones justas en su
causa pero imprecisas en su aspecto legal, llevaron a la agencia comercial estadounidense
(USTR) a un festejo desmedido sobre los alcances de la resolución del pánel, oficialmente
definido como Grupo Especial.
Y es que aún falta que el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC tome conocimiento
formal de dicho laudo para hacerlo suyo dentro de un término de 60 días, a menos de que
cualquiera de las partes decida recurrir a la apelación del mismo, caso en el cual transcurrirían
otros 60 a 90 días para que tal órgano formal adopte una posición definitiva.
¿Qué esperar de la decisión final del Órgano de Solución de Diferencias?
Pues nada, que simplemente recomiende a México que, en el ámbito de su régimen interno, tome
las medidas necesarias para dar cabal cumplimiento a las obligaciones contraídas al amparo de la
OMC (whatever it means).
Así, nada serio ocurrirá. La tarifa de liquidación, objeto de la disputa inicial, ha alcanzado ya niveles
comparables con los de la relación Estados Unidos-Canadá.
El by-pass, por más prohibido que esté, seguirá creciendo gracias a los avances tecnológicos y a
las ventajas comerciales que representa, de cara a barreras artificiales regulatorias de México
para impedir su existencia.
La tarifa única de liquidación y el sistema de retorno proporcional seguramente desaparecerán en
breve, a pesar de la absurda negligencia de quienes hoy conducen (?) los destinos de la Cofetel.
Y las comercializadoras de servicios de telecomunicaciones no nacerán en tanto no haya un
reglamento que precise su existencia y régimen de operación, tanto para mexicanos como para
los extranjeros.
Nada tampoco le pasará a Telmex con motivo del panel de solución de controversias. Y es que
por más que la USTR se queje de ella, la empresa no es parte de la OMC pues sólo los gobiernos
suscriben este tipo de convenciones. Así que, para decirlo en pocas palabras, en el tema ha
habido mucho ruido y pocas nueces.
Ah, pero eso sí, qué buen ruido armaron del otro lado de la frontera y qué malitos salieron los
nuestros para responder.
El cínico
Hay un personaje tropical, pintoresco, que ha abusado de la buena fe y/o de la ignorancia de la
mayoría del pueblo al que gobierna, para seducirlo con un discurso que, en apariencia franco y
sencillo, esconde un preocupante tono populista que amenaza con exponer la viabilidad de una
de las más grandes ciudades del orbe con deuda impagable, con obras faraónicas inútiles y con
actitudes del más rancio cuño.
Ese mismo hombre, que se dice encarnar a un brillante rayo de esperanza, que argumenta como
su antecedente personal y político el haber emergido de un movimiento social acostumbrado a
enfrentar al aparato del estado y que afirma, a los cuatro vientos, que no le intimidan las acciones
políticas y legales que se tomen en su contra, ha rebasado el umbral que divide la lucha política
propia de la convivencia de partidos distintos en el sitio donde residen los poderes federales, para
llevar al extremo de la sedición lo que aparenta ser una mera arenga popular.
Este personaje hace de la desobediencia a la ley la expresión personal de quien cree tener la
última palabra y se erige en paladín de la justicia y la democracia. De la desobediencia civil ha
hecho un credo y del reto constante a la autoridades, de las acusaciones sin sustento, de la
invención de fantasmas y conspiraciones ha labrado su martirio para encuerar, en madrugadora
letanía, su verdadero cuerpo maltrecho, su esencia autoritaria y su brutal desprecio por el
derecho.
No es sólo un problema de percepción. Cierto, hay quienes aborrecen a este vulgar individuo. No
está ahí el problema. El asunto estriba en que quien ha jurado respetar y hacer respetar la
Constitución y las leyes que de ella emanan, es el primero en mostrar lo fácil que resulta la
violación sistemática de las mismas. Esconde la grotesca corrupción de su régimen en falsas
teorías de la conspiración. Y piensa que su popularidad de mártir lo hará llegar a la Presidencia.
Este señor, en su afán por evidenciar la conspiración de la que es víctima en el caso de su
exsecretario de finanzas, Gustavo Ponce, al revelar elementos de una averiguación previa, ha
violado el artículo V del Acuerdo de Cooperación para el Intercambio de Información Financiera
entre México y los Estados Unidos; el artículo 225 del Código Penal Federal; el artículo 4 de la Ley
de Transparencia y Acceso a la Información Pública en el Distrito Federal, relacionados con los
artículos 24 y 25 de la misma; así como el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades
Administrativas de los Servidores Públicos. El derecho, pues, y el Estado de derecho, en
consecuencia, es cosa que al rayito de esperanza, simplemente, le valen madres.
Posdata
Hizo bien el Presidente Fox en no darle por su lado a este mitómano. Nomás faltaba.
Artículo publicado en el Periódico El Universal
http://archivo.eluniversal.com.mx/columnas/37882.html