Publicado el 09/07/2019 a las 00:00
Tengo en mis manos la más reciente encuesta levantada por México Elige. En ella, por primera vez, la popularidad del Presidente cae por debajo del 50 por ciento. En efecto, si bien en la medición del mes de febrero, ese indicador lo ubicaba en un potente 73 por ciento, al 7 de julio se desplomó hasta llegar al 46.9 por ciento. Más aún. Según la misma encuesta, si hoy se realizara el tan sobado ejercicio de consulta sobre una posible revocación de mandato, el 50.2 por ciento estaríamos por que López Obrador se retire de la Presidencia mientras que el 46.2 por ciento estaría por que permanezca en el cargo. Apenas en febrero, el 70.7 por ciento estaba a favor de que se mantuviera en la Presidencia y solo un 23.7 por ciento se pronunciaba por la revocación de su mandato.
Otra de las preguntas que se formulan en esta encuesta es sobre las preferencias relacionadas con un nuevo sistema aeroportuario para el Valle de México. Ahí, el 52.2 por ciento se pronuncia a favor de continuar con el proyecto de Texcoco mientras que solo un 34.2 por ciento prefieren el aeropuerto de Santa Lucía. ¿Pues no que el pueblo bueno y sabio pidió que se cancelara el proyecto en marcha? Y, por si fuera poco, al preguntarle a los encuestados si estaban a favor o en contra de las consultas a mano alzada, el 56.4 por ciento se pronunció en contra de este simulacro de democracia directa, mientras que apenas un 33.1 por ciento dijo estar a favor.
Sé bien que muchos pondrán en tela de juicio este nuevo ejercicio demoscópico ya que se trata de una encuesta levantada entre 18,352 mexicanos mayores de 18 años con acceso a Facebook. Lo cierto es que con la misma metodología, los números, en meses anteriores, favorecían ampliamente la imagen, popularidad y trabajo del Presidente. No se vale, pues, que se aplauda una encuesta cuando nos juega a favor y se repudie cuando nos va mal en el ejercicio. Para ver la encuesta completa visiten la página mexicoelige.com
Con base en la información anterior, podemos afirmar que la luna de miel de López Obrador con el electorado (y buena parte de la población que no votó por él), ha terminado. Esto se explica por varias razones. Fundamentalmente, porque a más de 7 meses de haber iniciado su gobierno, el hartazgo asoma ante la falta de resultados y el exceso de palabrería y demagogia. La gente no está comprando tan fácilmente la cantaleta de que todo es culpa del pasado y que la prioridad es acabar con la corrupción. En muy pocos meses, la principal preocupación de los mexicanos dejó de ser la corrupción y, ahora, la mayoría opina que es la inseguridad pública el peor cáncer que padecemos. No es casual. Junio fue el mes con mayor número de homicidios dolosos desde que se tiene registro.
“No crean que tiene mucha ciencia el gobernar”, dijo López Obrador el pasado 25 de junio. Y sí. Gobernar a partir de ocurrencias, desde la ignorancia, el rencor, los prejuicios y la soberbia; sin rigor técnico, sin atender la voz de los expertos, despreciando la Constitución y las leyes; pisoteando o capturando instituciones, coartando libertad de expresión, despreciando foros internacionales, manejando la economía con visión setentera, no tiene mucha ciencia. Y tampoco tiene madre.