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El plan B


Publicado el 16/03/2017 a las 23:00

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Lo ideal sería que en México tuviéramos segunda vuelta electoral para la Presidencia de la
República. El sistema vigente ya no sirve para efectos de legitimidad y gobernabilidad. Veamos.

Según el padrón electoral, somos 85’213,536 ciudadanos con credencial para votar. En 2012, la
participación efectiva fue del 63.34% y Enrique Peña Nieto ganó los comicios con 19’226,784 votos,
equivalentes al 38.21%. Si extrapolamos estos datos al escenario del año próximo, casi 54 millones
de electores acudiremos a las urnas pero el candidato ganador lo lograría con poco más de 20
millones de sufragios ¡en un país de cerca de 120 millones de habitantes! Es decir, con el voto de
apenas una sexta parte de la población tendremos Presidente de la República. Es mayoría, sí.

Pero relativa. Y si eso se refleja en los números de ambas cámaras del Congreso de la Unión,
tendremos una fragmentación que hará muy difícil el tránsito de las reformas legales y, también,
el papel decontrapeso y colaboración entre los tres poderes y los órganos autónomos.

De ahí que, insisto, lo ideal sería que los dos candidatos que resulten primero y segundo lugar, si
es que ninguno alcanza la mayoría absoluta de votos (la mitad más uno), vayan a una segunda
vuelta electoral. Así, se forzarían alianzas, habría gobierno de coalición y el elegido tendría
legitimidad ciudadana y apoyo popular para la toma de decisiones. Este modelo, con diversas
modalidades, es utilizado en una gran cantidad de países en todos los continentes. Ya es hora de
que en México emprendamos una reforma constitucional en este sentido y preparemos el terreno
para el próximo año electoral.

¿Alguien duda de la fragmentación del voto en el 2018? Tómese la encuesta que se quiera, sea
por partidos o con posibles candidatos. En todos los casos hablamos de proyecciones a tercios
entre Morena, PAN y PRI, y algo de pedacería que recogerán el resto de los institutos políticos.

Documentación y experiencias internacionales tenemos de sobra. Lo que no hay es voluntad
política. Estamos condenados a reeditar comicios en los que el ungido no tenga la aprobación
mayoritaria y se las vea negras para sacar adelante reformas y para la toma de decisiones.

Y mientras esto sucede, en el PAN pareciera que el tiempo se detuvo, que no ha habido
alternancia y que nuestro adversario histórico sigue siendo el PRI, con todo y su propio
desprestigio y su lejano tercer lugar en las encuestas. No cobramos conciencia de que el peligro
para México ya no es el tricolor sino el farsante de López Obrador. Ese lobo con piel de oveja
sonríe al ver el pleito sin cuartel que libramos PRI Y PAN todos los días. Él nos agrupa como la
mafia del poder y el mote del PRIAN. Él es la salvación y la inmaculada honestidad valiente. Sabe
que divididos, nos gana; aunque luego convierta a nuestro país en una Venezuela norteamericana.
Así pues, sin posible reforma constitucional en el horizonte, el plan B podría ser un candidato
aceptable para PRI, PAN (y quizá PRD, Verde y PANAL) que se le ponga en frente al “Mesías
Tropical” y lo venza en las urnas. El resultado sería similar al de la anhelada segunda vuelta. Lo
que está en juego es la viabilidad del país. Que conste.

Artículo publicado en el Periódico El Universal:

http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/javierlozano/ nacion/2017/04/17/el-plan-b