Publicado el 04/09/2016 a las 22:00
El Partido Acción Nacional (PAN) tiene a su alcance una nueva oportunidad de llegar a la
Presidencia de la República en 2018. Las encuestas nos muestran un crecimiento del blanquiazul
proporcional a la caída del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Pero no nos equivoquemos. En las pasadas elecciones la gente votó en contra del PRI más que a
favor del PAN. Eso nos obliga a ser humildes en estas victorias, sin dejar de reconocer el mérito
de nuestros candidatos vencedores, y a dar buenos resultados. Hoy se abre pues una favorable
perspectiva que no imaginábamos siquiera el año pasado.
El cuarto informe de gobierno de Peña Nieto seguramente contiene cifras alegres que contrastan
con la realidad: una economía que no crece mientras aumenta el precio de las gasolinas, de la
electricidad y, por ende, la inflación. Aumenta también la deuda pública, misma que en lo que va
de esta administración se ha elevado en un 43 por ciento. Y aumenta la depreciación del peso
frente al dólar, al tiempo que bajan las exportaciones, el consumo interno y la producción
petrolera.
La inseguridad registró, en el mes de julio, el mayor número de homicidios dolosos de la última
década. Y la violación a derechos humanos fundamentales ha sido debidamente documentada
en los casos de Tanhuato, Michoacán y de Nochixtlán, Oaxaca. Estos hechos, entre otras cosas,
llevaron a la remoción del Comisionado de la Policía Federal.
De otra parte, penoso episodio ha sido el plagio, documentado también, de una tercera parte de
la tesis para la licenciatura del hoy Presidente de la República. Esa conducta comprueba que la
corrupción no es necesariamente un asunto cultural —como él mismo lo ha dicho— sino más
bien, un fenómeno genético priísta.
Pero la ocurrencia, la estupidez monumental, de invitar al enemigo número uno de México,
Donald Trump, no tiene explicación ni defensa. Habla de un gobierno extraviado que no escucha,
no entiende, no reacciona y no tiene brújula, liderazgo, ni equipo.
Es de esperarse que la popularidad del Presidente se vaya al sótano y que el PRI no vuelva a
ganar elecciones como estaba acostumbrado. En ese contexto, el PAN está de vuelta —como ha
dicho Ricardo Anaya— y puede cosechar nuevas victorias. El mérito de esta imagen reside, en
buena medida, en la inevitable comparación entre el gobierno de Felipe Calderón y el de su
sucesor.
Ahora, el reto está en conducirnos con humildad, congruencia, responsabilidad y, como dije,
dando buenos resultados en la gestión pública. El PAN debe seguir siendo una oposición firme
pero, a la vez, responsable.
Se tendrá que diseñar el mecanismo idóneo para seleccionar a quienes serán candidatos en las
próximas elecciones. Se trata de elegir, sin provocar fisuras, a quienes puedan ganar y no solo a
los que parezcan más populares entre la militancia. Ya vieron cómo nos fue en 2012.
Unidad, disciplina y generosidad habrán de ser los valores fundamentales para lo que viene. La
división nos debilita y fortalece al adversario. La segunda vuelta electoral sería un magnífico
vehículo para lograr la victoria con legitimidad, gobernabilidad y mayorías estables en el
parlamento y en el proyecto de gobierno.
En suma: el PAN tiene todo por delante, si es que no nos equivocamos. Ahí está el reto
Artículo publicado en el Periódico El Universal