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Debate por Puebla


Publicado el 15/05/2016 a las 22:00

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El debate de la semana pasada entre los candidatos a la gubernatura del estado de Puebla
amerita algunos apuntes. Toda vez que Tony Gali (PAN-Panal-PT-CPP-PSI) aparece como puntero
en todas las encuestas, esperábamos que fuera el blanco de todos los ataques. Así fue. Y jamás
perdió él la compostura. Blanca Alcalá (PRI-PVEM) tenía aquí su última oportunidad de acortar
distancia. La dejó escapar. Siempre enojada y en papel de víctima, una y otra vez dirigió sus
dardos sin dar al blanco. Hablaba como si el PRI jamás hubiera gobernado la entidad. No midió
bien los tiempos de su participación y, al final, su voz entrecortada reflejaba frustración de saber
que en esta contienda no ha ganado nada y sí perdido mucho. De hecho, no fue su equipo capaz
de advertirle que Tony Gali había ya presentado su 3de3 horas antes del debate, llevándola así al
ridículo de señalar a su contendiente por la supuesta omisión que pronto fue desmentida por el
candidato. Previamente, el propio Tony exhibió una fotografía reciente de Blanca con el ex
gobernador Mario Marín, al que señaló como el verdadero coordinador de su campaña. Fue un
nocaut.

Ana Teresa Aranda se presentó como es: dicharachera, provocadora, retadora, ocurrente pero sin
sustancia. Investida con la candidatura “ciudadana” renegó desde el principio de los partidos
políticos. Se dijo portadora de los principios y valores del PAN, pero renunció al mismo por su
ambición personal. Habló como si no supiéramos que apenas en agosto pasado seguía asistiendo
a las reuniones del Consejo Nacional del partido; que hace menos de un año también figuraba en
la planilla de Javier Corral hacia la dirigencia del partido; que entre las cédulas de apoyo que
entregó para respaldar su candidatura, hubo decenas de miles con nombres inexistentes en el
padrón de electores y otras miles con firmas apócrifas. Vamos, hasta personajes como el
secretario ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo, la magistrada del Tribunal Electoral, María del
Carmen Alanis y la mismísima hija de Blanca Alcalá aparecieron como firmantes en dichos
documentos. Así de burdo. Es obvio pues que el PRI le ayudó a armar el expediente y que su
aparato está detrás de su candidatura “independiente” para tratar de dividir el voto panista. Ello
quizá explica el por qué no criticó la señora ni con el pétalo de un adjetivo al partido tricolor que,
hasta hace poco, era su adversario histórico. Dada su escasa preparación académica y su
intrascendente paso por el sector gubernamental, las propuestas de la supuesta candidata
ciudadana fueron en realidad ocurrencias, leídas mas no entendidas. Ninguna sorpresa. Ana Tere
es mujer de arengas, no de propuestas.

Roxana Luna agarró parejo. Se fue contra todos los candidatos pues, a su decir, ella y su partido
(PRD) son el único dique frente a un gobierno al que no se cansó de criticar. Sus demagógicas e
irrealizables propuestas de gobierno estuvieron plagadas de lugares comunes y frases hechas
para la recordación. Sabe que no tiene la menor probabilidad de ganar.

Y el candidato de Morena, Abraham Quiroz, apenas hizo acto de presencia. Somnífero.
En suma, el debate no cambiará la tendencia que muestran las encuestas en Puebla. Pero vaya
que sirvió para saber de qué está hecho cada quien en esta contienda.

Artículo publicado por el periódico El Universal

http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/javierlozano/ nacion/politica/2016/05/16/debate-por-puebla