Publicado el 18/09/2014 a las 22:00
Asistí a la sesión solemne del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional a la que
amablemente fui invitado, con motivo de los festejos por el aniversario número 75 de la fundación
de nuestro partido. Pero debo confesar que más que festejo me pareció una misa de cuerpo
presente. Formato, ambientación, organización y discursos estuvieron lejos de una celebración.
Asistimos a un lamento. Proyectamos lo que vivimos.
Creo que andamos confundidos. Pienso que hemos perdido rumbo y liderazgo. Que nuestros
principios, valores y doctrina visten los discursos pero desnudan las conductas. Más importante y
grave que todo lo anterior: Hemos dejado de ser distintos y distinguibles.
Confundirnos con los demás políticos y partidos nos hace iguales a todos. Ejercer las mismas
prácticas que tanto criticamos de aquéllos en el pasado nos equipara. La gente ya no alcanza a
ver la diferencia entre unos y otros y, en consecuencia, la democracia pierde uno de sus
principales diques: El contraste.
Decidí entrar al PAN hace nueve años convencido de su ideario, historia y liderazgos. Me sentí
identificado, representado, cómodo y muy bien. Tuve la fortuna de participar en un proyecto por
el que pocos apostaban pero lleno de mística, pasión y convicción, gracias a la generosidad de
Felipe Calderón. Fue un proyecto exitoso.
Soy de los que se siente orgulloso de nuestro paso, trabajo y resultados en el Gobierno Federal.
No creo que nuestra misión haya sido “desmantelar al viejo régimen” como si se estuviera
refundando la República. Y no me parece, tampoco, que esa haya sido la causa de nuestra
derrota electoral en 2012. No coincido pues con la tesis de Gustavo Madero. Las causas de la
derrota están en otro lado.
Hoy, más que un festejo nos urge una reflexión. No se trata de ganar elecciones a cualquier
precio como un fin en sí mismo. Tampoco de permanecer eternamente como oposición
responsable. Lo importante, lo trascendente, es recuperar la congruencia entre lo que se piensa,
se dice y se hace. Y esa congruencia debe basarse -inspirarse pues- en los principios de doctrina
de nuestro partido.
No debe caber el menor asomo de duda en que tenemos el deber de ser competitivos en los
procesos electorales y ganar elecciones. Sólo así llevaremos nuestro pensamiento, principios y
valores a la práctica de políticas públicas en aras del bien común.
Hemos de reconocer, en este importante aniversario de nuestra fundación, que nos hemos
apartado de las clases medias y de los micro y pequeños empresarios; que los jóvenes no se
identifican con nosotros y que, desgraciadamente, hemos dejado de ser el referente de la
decencia en el servicio público por hechos y omisiones sólo imputables a nosotros mismos.
Lejos de abanderar causas realmente ciudadanas y exhibir el contraste entre quienes traicionaron
a la gente con una absurda reforma fiscal que tiene estancada la economía y quienes votamos en
contra, adoptamos temas de consulta popular poco serios (por decirlo suave) para ir en busca del
voto popular el próximo año.
Frente a una larga sucesión de hechos de escándalo y bochorno, la salida es señalar a la prensa
por su enfadoso mensaje. Somos víctimas de campañas perversas pero no nos hacemos cargo
de nuestros propios errores. Pueden más los “mochos” que los “moches”. Y so pretexto de que “la
ropa sucia se lava en casa” nada pasa y, luego, se apuesta al olvido.
Así pues, si queremos recuperar la Presidencia de la República primero debemos recuperar la
confianza de los ciudadanos. Eso requiere unidad, disciplina y generosidad pero, sobre todo y
como dije antes, congruencia. Volver a ser distintos y distinguibles por virtud del trabajo
incansable de políticos sensibles, probos, y que sepan armonizar capacidad técnica con destreza
política. Nuestro ideario político ahí sigue y debe ser fuente constante de inspiración.
En fin. Se nos llena la boca en este aniversario repitiendo que somos el mejor partido político de
México. Pero me temo que no basta con decirlo. Hay que demostrarlo. Y eso se hace desde la
acción, no con discursos, en la contemplación o por la mera aspiración.
Artículo publicado en La Silla Rota
http://lasillarota.com/noseanordinarios/Javier-Lozano-Alarcon#.V3FrmPl96M8