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El México real


Publicado el 23/05/2014 a las 22:00

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El presidente municipal de Tanhuato, Michoacán, el panista Gustavo Garibay García fue ultimado a
tiros por sujetos que lo sorprendieron saliendo de su domicilio. Ya el 31 de octubre del 2012 había
sufrido Garibay García un atentado por denunciar la extorsión de la que era objeto (la práctica de
los “moches”, pues). De esa agresión derivó la decisión del gobierno del entonces presidente
Felipe Calderón de asignarle seguridad personal. Y por razones que desconocemos, en agosto
del año pasado le fueron retirados al alcalde sus escoltas. Hoy está muerto.

Michoacán es un Estado fallido. El gobierno de Fausto Vallejo está de adorno cual florero; el
comisionado destacado por el gobierno federal ha sido rebasado por las circunstancias y por el
desconocimiento de la problemática local mientras los grupos de autodefensa se disfrazan de
buenos para derrocar gobiernos municipales ¡con el acompañamiento de las fuerzas federales!
Los autodefensas toman instalaciones de la Marina para exigir que les devuelvan sus armas.
Encarcelan a uno de sus líderes, Hipólito Mora, por acumular delitos en su haber, al tiempo que el
propio gobernador Vallejo desea su pronta liberación. Es una historia de locos.

Podrán atrapar a El Chapo y ultimar al El Chayo. Podrán ir tras “pitufos” y matar dos veces a El
Pantera, pero eso no termina con la espiral ascendente del crimen común, el callejero, el que
afecta a la gente que estudia, trabaja y protege a su familia. En efecto, el robo, el secuestro y la
extorsión crecen de manera más que preocupante y se presenta en ciudades donde antes no se
daba. Y, como reveló ayer la nota principal de este diario, el secuestro afecta ahora más a las
clases medias pues en los últimos 14 meses, 60 por ciento de sus víctimas pertenecen a ese
segmento de la sociedad, según el más reciente informe de la asociación “Alto al Secuestro”. Es
el México real.

Desde otra perspectiva, más allá de las 12 reformas constitucionales que se aprobaron el año
pasado y de otras piezas legislativas, tenemos un gobierno que nomás no logra “Mover a México”.
La economía sigue pasmada y el empleo no crece. La otrora poderosa industria de la
construcción está de capa caída por la desastrosa política seguida con el sector de la vivienda; la
confianza del consumidor anda por los suelos y todo, en buena medida, porque el nivel de
inversión pública ronda en niveles del 2006. No saben gastar. Lo hacen tarde y mal. Y, por si fuera
poco, la inflación sube de más gracias a su absurda e inoportuna Reforma Fiscal.

Y más allá de las escalofriantes cifras de la economía y de los hechos delictivos con que a diario
nos amanecemos, el gobierno de Peña Nieto navega con relativa calma pues los dos principales
partidos que tendrían que jugar el papel de oposición se ven desdibujados y divididos. Ello es así
por la torpe conducción de quienes, en su desmedida ambición, han sacrificado el papel opositor
al régimen en aras de convertirse en comparsa y protagonizar un sketch propio de “Los tres
alegres compadres”. Su cómplice silencio frente a este México real es una gran irresponsabilidad.
Sin oposición fuerte y congruente simplemente no hay contrapesos; y sin contrapesos este
gobierno con tintes autoritarios buscará perpetuarse en el poder, como su genética le sugiere. Es
un golpe a la democracia.

Así pues, entretenidos todos con escándalos mediáticos y notas de relumbrón, la táctica
distractora de la administración peñanietista logra mantenerse con niveles de popularidad
bajísimos pero suficientes para que el mandatario y sus principales colaboradores aparezcan en la
portada de revistas extranjeras como los grandes salvadores y líderes mundiales. Mientras tanto,
aquí, en casa, se vive el México real: el de la economía a la baja y la inseguridad al alza.

Artículo publicado en el Periódico El Universal

http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2014/03/69398.php